jueves, 11 de febrero de 2016

Homo Floresiensis o Hobbit de las flores

Hace un tiempo, concretamente 18.000 años, compartimos la existencia con un pequeño homínido de no más de un metro de altura. Actualmente este misterioso hobbit todavía nos deja más dudas que respuestas y por eso os lo presentamos.

Tatiana Martínez, Alba Rillo y Almudena Marquina

Homo Floresiensis o Hobbit de las flores

Esta pequeña especie apodada como “hobbit” debido al personaje literario de Tolkien, no siempre ha sido conocido como Homo floresiensis. Los autores, en realidad, lo habían apodado como Sundanthropus floresianus, por hallarlo en la región de Sunda de la isla de Flores.
El descubrimiento de esta nueva especie ha causado un gran impacto social en la última década, además de un gran desconcierto en relación con las anteriores especies halladas.

La especie de la que hablamos fue localizada en el año 2004 en la cueva Liang Bua, en la Isla de las Flores (Indonesia), junto con huesos de elefantes enanos (estegodontes), roedores gigantes y dragones de Komodo, lagartos que pueden medir hasta tres metros de largo. Los restos encontrados del dicho hobbit fueron el cráneo de una mujer cuya capacidad es de 380 centímetros cúbicos parecida a la de los chimpancés, un fémur, una tibia, costillas, parte de una pelvis... Posee rasgos modernos pero mezclados con rasgos muy antiguos y esto es lo que conlleva al desconcierto, ya que, como hemos dicho anteriormente, el fósil era del tamaño de un chimpancé, pero su apariencia era similar a la del homo erectus, el antecesor del hombre que vivió hace 1,8 millones de años y pobló regiones de África, Europa y Asia.
Restos fósiles del Homo floresiensis

Contaba con un metro de estatura, pesaba alrededor de unos 30 kilos, tenía unas piernas cortas (en relación a su tamaño), una mandíbula reforzada, una cadera acampanada, tenía una muñeca muy parecida a la de los chimpancés que a priori no le permitía una gran habilidad, y unos pies, en los que el pulgar se encontraba casi perpendicular a los demás dedos; algunas de estas características son propias de un australopithecus. Pero lo que realmente nos confunde es el hecho de que esta especie se dedicara a la fabricación de herramientas de piedra propias de un homínido moderno o a la utilización del fuego para cocinar, detalles que no son propios para su pequeña capacidad craneal. Debido a estos y otros factores, los investigadores creen que el Homo Floresiensis podría contar con capacidades para poder comunicarse y así llegar a la coordinación, lo cual lleva a los científicos a preguntarse si tendrían un lenguaje propio.
Comparación de un cráneo de H. Sapiens
con uno de H. Floresiensis


Por las características de este fósil se ha llegado a diversas conclusiones, desde si este pequeño habitante es algo completamente distinto a nosotros o si en realidad estaban mucho más cerca de nuestra línea evolutiva y sufrían una microcefalia que explica su tamaño. Pero todo apunta a que es una rama que evolucionó de manera completamente independiente a como lo hizo la nuestra, y que desapareció por causas  como una erupción volcánica, o por la lucha por la supervivencia con el homo sapiens, ante quien  se encontraban en clara desventaja, tanto física como intelectualmente y posiblemente poco a poco se fuera diezmando su población.  
Industria lítica del Homo floresiensis